Es una tarde típica de invierno. Quizá te sirvan las palabras de un devoto puro del Señor si es que su sonrisa no logra quitarte alguna que otra pena…
“Como el amor no se define por nuestras sensaciones agradables, el dolor puede ser una parte integral del amor. Aunque la mayoría de nosotros preferiría sentir felicidad y eliminar el dolor en nuestras relaciones, esta actitud se basa en un deseo de satisfacer nuestros sentidos. El amor genuino puede verdaderamente brindarnos gran felicidad, sin embargo puede también causar extremos sufrimiento.
Si examinamos aunque sea un poco nuestras vidas, vemos que nuestra mayor pena casi invariablemente proviene de relaciones con quienes amamos. Quizás intentamos dar y no fuimos debidamente apreciados, o quizás quisimos hacer un contacto amoroso y de alguna manera no pudimos. ¿Quién no puede recordar la profunda herida de ser traicionado, decepcionado, desatendido o abandonado? Al mismo tiempo, nuestra mayor felicidad también ha procedido de relaciones con otros. Es paradójico que el amor, la fuerza más curativa que hay, puede también hacernos tan vulnerables al dolor. (…)
“El origen del amor sólo se puede encontrar en un lugar mucho más allá de este mundo material. De hecho, el amor profundo no puede existir independientemente del Señor Supremo, porque El es el origen y almacén de todo. Aquellos que alegan amar sin una conexión con Dios pueden creer que tienen diamantes valiosos pero solamente poseen vidrio tallado… A medida que somos más susceptibles al amor y hacemos esfuerzos por servir a otros, entramos gradualmente en el reino del amor divino. Cuando ofrecemos amor tan genuino a otros, recibimos a cambio mucho más. Una vez que hemos desarrollado una profunda conexión espiritual, comenzamos a notar los mayores placeres que habíamos anticipado previamente pero no hallamos en la vida material. Descubrimos un amor que es interminable, ilimitado por el tiempo y las circunstancias y completamente satisfactorio.”
Su Santidad Bhakti Tirtha Swami.
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