domingo, 2 de octubre de 2016

Flores olvidadas en los libros




Para llegar hasta la frase del libro que buscaba tuve que demoler dos telas de arañas. Cuánto tiempo sin pasar por la letra A…
Es que la vida te deja elegir dos o tres caminos pero, generalmente, te va empujando hacia donde quiere. Y la biblioteca quedó en las sombras.  
El tiempo en porciones. Un poco lo usé  gastando las yemas de los dedos en  fa- si bemol- la  bemol- sol bemol- la bemol- sol bemol- fa. Notas de Tiersen mientras la muerte se entretiene en otros pentagramas.
Otro poco se fue diluyendo entre las “crónicas” diarias de un mundo tan brutalmente humanizado que ya no asombra. Qué otra cosa es el hambre o el asesinato o la violación sino la acción de un hombre sobre otro. Trump, Isis, 32 % de pobreza en Argentina.

Vuelvo a la búsqueda. Al libro.
Subrayados de un pasado arcaico. Y papelitos. Y flores.
En el interior de Compañía de Beckett un cartón que dice “Copa de leche. Bono contribución. 2002.”
En Páginas escogidas de Artaud  el recorte de una revista “A diez años de la muerte de Borges”
En El juguete rabioso de Arlt  una  pequeña tarjeta celeste y blanca y letras en negro “Ayuda a excombatientes de Malvinas”
Una rosa blanca en el libro que buscaba. La guardé, es un hecho, pero… ¿Qué significaba?  No es de alguna tumba conocida… ¿O sí?  ¿De algún amor sin tumba?
Esta maldita memoria que me traiciona y me paraliza  porque, como dicen, “el tiempo es eso que transcurre entre un recuerdo y otro”.

Mejor no sigo con estos libros tan parecidos a la caja de Pandora destinados a desatar  recuerdos  y olvidos.

Regresen al tejido, arañas.


Fa- sib- lab…