viernes, 13 de junio de 2008

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" Trato de concentrarme y perderme entre las palabras de Tito Livio y las de Mommsen. Roma y Aníbal Barca. Los campesinos que habitan los Alpes no pueden creer lo que ven, monstruos grises de orejas grandes y una trompa que vocifera. Elefantes africanos que dejan huellas sobre la nieve (ancestros, quizá, del elefante condenado a balancearse al ritmo de las palmas)[...] Estoy perdida. Este juego de esconderme entre los libros ya no me sirve; el golpe que recibo cuando debo salir del escondite es cada vez más fuerte. [...] Hago zapping entre "canción animal" de Soda Stereo y los misiles que cruzan el cielo de Kuwait. Si comenzara en este momento la tercera guerra mundial, me encontraría ocultando mis problemas entre las Sombras sobre vidrio esmerilado y la biografía de Saer. [...]Quizá no haya nada más para decir: Todo fue dicho y es inútil buscar palabras nuevas. Todas son tan viejas como la forma de las manos o mis recuerdos; Pero entonces... ¿Qué hago frente a este papel? Garabateo signos que no son nada y puedo ensayar: es tarde para anochecer frente al mar. B-A-S-U-R-A-" [...] Se me ocurre que el motivo por el cual ya no aparece el arco iris en la literatura realista (por más real que este sea) pasa por el significado que connota: pureza, alegría, magia; algo real que connota irrealidad. Tengo que hacer una lista de sustantivos literariamente irreales.
Horacio decía: he construido un monumento más perenne que el bronce y más alto que la real decrepitud de las pirámides (el famoso exegi monumentum). ¿Cómo se construye ese monumento?"
Fragmento de RECORTES DE DIARIO

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