lunes, 20 de mayo de 2013

Biobrevis: Videla o la oscuridad de un país





”Las Fuerzas Armadas han asumido el control de la República. Quiera el país todo comprender el sentido profundo e inequívoco de esta actitud para que la responsabilidad y el esfuerzo colectivo acompañen esta empresa que, persiguiendo el bien común, alcanzará con la ayuda de Dios, la plena recuperación nacional.” Jorge Rafael Videla, Tte. Gral., Comandante Gral. del Ejército, 24 de marzo de 1976.



17 de mayo. En horas de la mañana fue encontrado dentro de su celda, muerto. Videla, Jorge Rafael. El viejo de bigotes que veíamos en blanco y negro caminando por  la Casa Rosada. El del palco, en el mundial. El que sentado en el sillón de Rivadavia dijo "Es un desaparecido, no tiene entidad. No está ni muerto ni vivo, está desaparecido... Frente a eso no podemos hacer nada" (A  José Ignacio López, periodista de Clarìn) 
El de la Cadena Nacional  “Transmite …LRA1.   El del librito  “ Plan de Reorganización Nacional”

Videla. El de  Juicio a las Juntas, los muertos, las torturas. El motivo para los NUNCA MÁS.

Pero Videla no pudo haber cometido tantas atrocidades valiéndose, solamente, de su  accionar. Fueron muchos. Fue la complicidad y  el silencio de muchos.

Videla murió y, como bien se dijo por ahí, aparecieron millones de voces  con un insulto a destiempo, con un coraje  tardío. No era mucho más que un hijo de puta común, que sólo ambicionaba poder. Ningún mito. Ningún Diablo. Ningún loco. Un hijo de puta al servicio del  poder.


Rescato las voces “disidentes” que, sin defenderlo, claro está, equilibran  el sentimiento general que produjo esta muerte: esas hurras    sin sentido ante un hecho de triste biología.

[Como comenta Tzvetan Todorov: "La diferencia entre verdugos y víctimas no reside en la naturaleza biológica de los individuos, no existe un código genético específico de los asesinos. (...) Sin embargo, nos cuesta bastante aceptar la identidad de naturaleza entre los grandes asesinos y nosotros. Preferimos pensar que Hitler o Mao [o Videla] son monstruos extraños a la especie humana y fingimos más incomprensión de la que sentimos en realidad". Los argentinos perdimos la oportunidad de hacernos un bien a nosotros mismos, al no saber perdonar a un Videla anciano para que muriese en paz en su casa, junto a su familia. Que alguien haya sido un hombre malo no autoriza a un hombre bueno a ser injusto con él. Ese fue precisamente el crimen atroz de Videla y sus compañeros, que creyeron que sus enemigos eran hombres malos y decidieron matarlos cruelmente. Espero que la mala muerte de un hombre malo nos sirva para pensar en una justicia mejor] La tarea de perdonar lo imperdonable.  Por Héctor Ricardo Leis  | Para LA NACION



[Ver a Videla diabólico es engrandecerlo. Nos sirve para no enfrentarnos con lo malo dentro de nosotros mismos y en distintas proporciones repetir historias vinculadas: nadie votó a Menem, ni con los años nadie habrá votado a los Kirchner, nadie nunca tiene culpas, la culpa es siempre de unos pocos, y la Argentina es un “país de buena gente” que antes eran “derechos y humanos”.Para Arendt, tales equívocos sociales son posibles cuando confluyen tres clases de personas para formar una mayoría. Los nihilistas, que al no creer en nada adhieren cínicamente a la tendencia dominante para obtener beneficios. Los dogmáticos, que en busca de una seguridad que los haga sentir plenos se fanatizan y consideran enemigos a los que no son de su condición. Y los despreocupados, que por comodidad se dejan arrastrar por lo que les recomiendan el Estado, la propaganda y el discurso de época. Al terminar la Segunda Guerra, Adorno reescribió el imperativo categórico: “Actúa de tal forma que Auschwitz no se vuelva a repetir”. En la Argentina, el nuevo imperativo categórico de nuestro “nunca más” debería ser: “Actúa de tal forma que el fanatismo no se vuelva a repetir”. Los fundamentalistas se aprovechan de que las personas normales no saben que todo puede suceder. Gracias a la última dictadura, los argentinos sí sabemos que todo puede suceder. Y sólo de nosotros dependerá que no suceda. ] Un mediocre , Por Jorge Fontevecchia | 17/05/2013 Perfil.


[Es muy grave que esto suceda. Es terrible. Porque el carácter extremadamente infame de algunos crímenes no debería ser una excusa para que sus responsables sean privados de sus derechos. Al contrario: el grado de civilización de un sistema jurídico se mide por el cuidado con el que trata a sus ciudadanos menos ejemplares. De lo contrario, la misma idea de justicia carece de sentido y pasa a ser un sinónimo de represalia. Ante la muerte del dictador el gobierno kirchnerista se apresuró a declarar, con el beneplácito de los funcionarios y militante progresistas, que era una gran cosa que Videla hubiese muerto en una celda común… Videla, un personaje terrible, un asesino fanático y dedicado, murió sin arrepentirse de nada. Pero sus perseguidores tampoco lo harán. Al contrario, creen como el dictador que han ganado una guerra o van camino de hacerlo.. .El futuro de los derechos humanos en la Argentina.]  Eduardo Antín. La Lectora provisoria

[El poder sigue siendo responsable de graves violaciones de derechos humanos, pero son muchos los que prefieren el silencio. El poder sigue espiando, infiltrando y persiguiendo a organizaciones y militantes sociales, pero tantos sonríen a sabiendas y acompañan.
El poder roba descaradamente, y reprime casi cotidianamente a grupos de indígenas, ambientalistas, militantes de base, pero para muchos nada de esto es importante: se está dando la lucha contra las viejas violaciones de derechos.] La responsabilidad del poder y el silencio] Por Roberto Gargarella  | Para LA NACION


En la Edad Media les hacían juicios a animales. Michel Pastoureau, en su alucinante Historia simbólica de la Edad Media occidental, repasa algunos de los casos mejor documentados. Entre ellos, el de la cerda del vizcondado de Falaise, Francia, en 1386. La cerda había asesinado a un bebé de tres meses, al que le comió la cara y un brazo. Le hicieron un juicio que duró una semana, se le puso un defensor oficial, se la vistió para el proceso (guantes incluidos) y luego de todo eso se alcanzó una sentencia. Fue condenada a que se le cortara el hocico y se le hicieran algunos tajos en una de las piernas, para colgarla y que se desangrara. No solo cambiaron los sistemas legales y simbólicos; cambiaron, antes bien, las escalas de valores que los sustentan. La justicia no se administra ya como venganza simétrica, y por eso en el Occidente civilizado no les cortan las manos a los ladrones, ni, en general, se asesina a los asesinos (la pena de muerte es la negación de la civilización). Valores más cercanos a la justicia moderna son la confesión, el arrepentimiento y el perdón más que la venganza, la retribución o, incluso, el ejemplo. La cerda es exhibida ante los cerditos para que aprendan que no deben comerse a los bebés. Hoy en día, el mismo argumento se esgrime en favor de las penas carcelarias elevadas: el “castigo ejemplar”, como si el condenado pudiera valer más como un medio (educativo, en este caso) que como un fin en sí mismo. Videla murió en su celda, enfermo, a sus 87 años, solo, sin la compañía de sus familiares ni de sus amigos. Nadie debe morir de viejo en una cárcel. Eso es precisamente lo que la Constitución y el código penal buscan impedir. Se trata de un derecho, una garantía. Todos los humanos tienen garantías. El hecho de que a Videla se lo haya condenado demuestra que es un ser humano, porque nosotros ya no juzgamos animales. No es un dato menor. Al ser juzgado y condenado, Videla fue reintegrado al circuito de la vida civilizada, de la democracia liberal, de los humanos que se relacionan entre sí, que pagan por sus deudas, que tienen obligaciones y, al mismo tiempo, derechos. El Estado de derecho se pone a prueba en estos casos, que son los más difíciles: poco mérito tiene darle el beneficio del arresto domiciliario a un evasor impositivo de 90 años. Por ser los más difíciles, son también los más obvios. El Estado argentino fracasó a la hora de salvar esta paradoja.] Eugenio Monjeau



Hoy, Videla es un cadáver en una morgue. Un cadáver que  tiene fracturas según los médicos  forenses. “Se había caído… se quejó del dolor pero…”

Entonces uno se convierte en lo que aborrece.

“Me repugnan los caníbales pero no por eso voy a ponerme a comer caníbales”
Jorge Luis Borges.

Historia. No olvidar.