viernes, 23 de mayo de 2008


Madame: ¿Te gusta espiar? ¿Te fascina meterte en pieles ajenas?

Emir, tu personaje favorito, sigue esperando un gran salto en su vida.

Podrás hacerle ese favor?



“No tenía ganas ni tiempo para hacer ficción sea bajo su forma de historia o de periodismo y mi abuela estaba demasiado vieja para la investigación boca a boca, pero de vez en cuando, nos asomábamos a las ventanas.
Detrás del monte. Un camino bordeado de perros sarnosos. Un jardín con incontables estacas. En cada estaca la cabeza de una muñeca. Una bomba de agua. Junto a la casa de juncos y machimbre, un hombre. Coleccionista excéntrico, reencarnación de un jíbaro o demente.


Un sembradío de choclos. Eucaliptus, moras y casuarinas. Cientos de pájaros elípticos. Un hombre frente a un inmenso jaulón de alambre mosquitero. Pájaros cuadriculados y la ilusión de escapar. Coleccionista excéntrico, reencarnación de carcelero o demente.


Pozos de niebla en la noche. Yo. Cada silueta tragándose su sombra. El descubrimiento fugaz del territorio conocido. Terror por el próximo paso. O demente.

Cambiar los adoquines por el barro, el tren por unos teros miedosos, “Boquitas pintadas” por “Juan Moreira” no parecía un buen negocio.
Cambiar una mirada que chocaba a los diez metros por otra que se cansa sin llegar al final, me daba ánimo.

Mi abuela se iba encogiendo aunque en los ratos que compartíamos lo disimulara. La decrepitud la encontró tratando de cortarse las uñas de los pies. Ojos, pulso y espalda confabulados para que no lo lograra. (Mortal, qué atributo de mierda cuando le corresponde a los que amamos)


Después de andar por la ciudad, en bares, aulas, reuniones, volver a casa me causaba una mezcla extraña: remordimiento y envidia. (…)"




Shhh…Que sueñes con angelitos (frag.)

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