Una obra de ficción es siempre "una otra realidad", y ante esta "otra realidad" caben unas pocas posibilidades: el rechazo, la adhesión o la indiferencia. El prejuicio consiste en no poder asumir esa "otra realidad" como recurso de la imaginación. No hay peor servidumbre durante el proceso de lectura que la que lleva a identificar hechos o situaciones reales con aspectos de esa otra categoría llamada ficción.Novelita en la que la visión deformante de un personaje tan pastillado como disociado transforma a la cultura en un campo de batalla irreal, expresado en delirios, obsesiones y miligramos. Del Ibáñez personaje, un rasgo apenas: "reaccionario hijo de mil putas malparido".
-¿Es un alegato contra la cultura oficial?
-Al contrario, en todo caso, si se lee bien, contra la psiquiatría oficial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario