lunes, 14 de marzo de 2016

Caracolas: capítulo final de una biografía

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[…]Es como en la vida, todo el mundo lo dice: el que habla, el que cuenta su pena, se libera. Y el tipo mudo, el tipo taciturno, es el que se destruye, el que se derrumba o comete un crimen tal vez. Pero hablar te libera. Escribir es lo mismo. Son cosas muy evidentes, pero yo las he experimentado. Conque digo a todo el mundo: publique su manuscrito, qué más da, en último caso le sentará bien y todas las obsesiones de que habla tendrán menos importancia para usted[...]
                                                                                                                                                             E.M.Cioran

  Mi deuda con Cioran será eterna. Lo sé.
  Entre mis escritos inconclusos quedaban dos historias importantes. Los muertos desentonan, novela abandonada en el 2009, año en el que se  suicidó mi maestro y  Arc du ciel: biografía de una inexistencia, una nouvelle biográfica y completamente inverosímil  según el canon. Y sin embargo, tan real.  
   De la Segunda Parte de la Biografía  dejo el capítulo final.   

                                                   CAPITULO IV
                                                      Caracolas
                                                                            “Cuando algo termina, termina”

                                                          1
 Juliete no pudo encontrarse cara a cara con  la mujer rubia que la buscaba en la recepción del hotel. Regresó a  Buenos Aires sabiendo que ella tenía la clave.
Puede decirse que la almiranta la  entretuvo alejada de su mundo, disfrazando la realidad.   ¿Acaso, de haberse visto frente a frente,  le hubiese dado pruebas de la existencia de Alex o bandini?
  “desenrutar” al Sr. J.
  Juliete aceptó y leyó cada una de las frases que la almiranta envió a través del chat. Alex vivía en algún lugar… y  casualmente, había desaparecido del “mundo” el último verano.
  Las brutales coincidencias eran  solo un intercambio entre tres. El Sr. J vivía al margen de toda esta historia, repartiendo su vida entre la comunidad, su trabajo y su barco.
 Algo así: el Sr. J. escuchaba La Mer, y le transmitía su emoción a la almiranta. La almiranta la compartía con Alex/bandini y él, en su rostro de river se la enviaba a la “amada” de turno.   Lo mismo con los rizos o los vientos sobre el mar.
  “Ordenar los datos aleatorios”, exigía la almiranta.
                                                           2
     Ella sabía que Juliete no mentía y que no había un interés económico de por medio.  Y  Juliete confirmaba que había llegado a la puerta de la verdad. No había más juego. El ajedrez que tanto apasionaba a river y al Sr. J y, por qué no, a alex/bandini, se había convertido en un tablero fantasma. Un cementerio de antiguos actores desangelados, siluetas miserables de otros tiempos, incapaces de volar ni con alas prestadas.
  Alguna conversación más.
   Desenrutado el Sr. J. muchas situaciones eran solo atribuibles a la pura magia. Un abracadabra milenario. Un truco; Pero la almiranta seguía insistiendo en la capacidad de alex/bandini  para vivir la vida del Sr. J.
No quedaba ninguna opción: cerrar el “dialogo” era cerrar una historia dolorosa de infinitos matices y crueles  certezas. Bellos albatros convertidos en tristes curvos desplumados.
Juliete Escribió:
 “Estuve pensando sobre lo dicho en nuestra última conversación.  Lamentablemente descubro que nunca signifiqué nada para el creador de r.  En ningún sentido. Una más… un rato más… (Y se me siguen cayendo las lágrimas… pero ya pasará). Te contaba que tengo cientos de líneas escritas  dedicadas a él. Cuando dejó de escribirme con esa “distancia incierta” seguí enviándole pequeños mails para que supiera que estaba allí, esperándolo. A fines del 2010 descubrí ese blog. de En memoria… Yo sentí esa muerte. Lloré esa muerte y padecí la incertidumbre de  no saber qué le había pasado. Di por clausurada la habitación  para almacenar cerezas (que era de ambos) y comencé a escribir diálogos para una despedida. El último texto es del 2012… Tiene una canción de Vinicius de Moraes ( Sem Voce, yo sí soy melómana) y un breve texto en el cual, tras descubrir varias mentiras,  aún creía que me había querido un poco. Pensaba en las personas y los personajes… Creía que había una persona llamada Heribert Costa… y creí que  r. (o rvr como solía llamarlo yo) era uno de los personajes más adorables del mundo. Una fuente maravillosa de palabras. Quizá te parezca que ofrecí poco. Las palabras son mi mayor tesoro. Ese era el pacto. Eso cumplí. Me dijiste que el creador de river no  navega el mediterráneo  ni pasea pequeñas mascotas; ojalá haya sido solo una actuación y eso no le importe porque me apenaría… Me dijiste que el creador de r. no está enfermo… Habiendo sufrido tanta enfermedad y tanto dolor por estas tierras, eso me alegra.
Quizá uno muera sin saber lo que ha significado para otros.
Quizá a los otros no les importe saber lo que sentimos por ellos.
 De todos modos, sé que el creador de r. siempre supo dónde encontrarme y no lo hizo… Ahora tengo bien en claro que no he significado nada. Encontralo…
Encontralo y decile, por favor, que mi amor era verdadero aunque solo estuviese sustentado por palabras; palabras entre las que se encuentra MAÑANA la palabra de Jack… Y él sabe que mañana significa Cielo.”
                                                              
                                                      Epílogo

   En música, los silencios son tan importantes como los sonidos.
  Quizá Bandini, que robaba con tanta maestría los instantes de la vida del Sr. J,  pueda crear algunos acordes matizando tantos silencios y así convertir esta historia en una canción.
  Ellos tienen la llave.  Juliete, la verdad. Y  la verdad nunca es una victoria menor.
  Mientras la almiranta  y el  Sr. J  se preparan  para las nuevas regatas, Juliete imagina su próximo septiembre, a orillas del Mediterráneo, deshaciéndose de todas las palabras.
  Llegará ese instante. Lástima que la almiranta no le haya obsequiado la tobillera de caracolas que lucía en su pierna derecha ese verano en Menorca y que, quizá, aún conserve como  recuerdo;  tobillera que sí le había ofrecido  arc_du_ciel a través de una fotografía con un imponente faro de fondo.    Sería todo un símbolo arrojarla al mar. Algo así como poner una rosa sobre la tumba de river costa, aunque nunca sepamos quién fue el verdadero muerto.

FIN 

P.D: En breve el otoño por aquí. Y las dos historias terminadas. “Liberada” diría el filósofo.

Gracias. A tu salud, Federico. 

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