El mundo es el infierno, y los hombres se dividen en almas atormentadas y
diablos atormentadores. Schopenhauer
Equivocada.
Creía en pequeños paraísos con esa fe de cautivo sintiendo los pasos del carcelero.
En sus manos un plato de sopa para el alma. Aun fría. Aun preparada con las
propias entrañas. O con entrañas ajenas, qué más da. Un mínimo brillo entre tanta tiniebla.
Hace tiempo descubrí cómo termina Todo. Siempre.
No se sale de los círculos salvo partidos en mil
pedazos o ilusionados con la próxima víctima.
Rehacerse o
diseñar otra cacería: únicas opciones, hasta el infinito.
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