“¿Temes
lo que pueda ocurrir mañana? Ten confianza, sino, el infortunio no dejará de
justificar tus aprensiones.” Omar Kayyam
Un día de más en el calendario. Sigo acomodando
el mundo que me rodea. Cajones y cajones
de recuerdos etiquetados; prolijamente revisados y ensobrados aunque el método
de “revolver” en la memoria de como resultado la resurrección de “un montón de estiércol”
como decía Freud.
Confieso que, a veces, duele más de lo
tolerable.
Escribir. Escribirse como única herramienta.
Uno se
“saca” de encima esas mochilas
agobiantes, llenas de traiciones ajenas y propias, y las arroja al papel.
Contar.
Quizá sea una de las formas – sino la
única- para alcanzar eso que llaman “justicia” de modo pacífico.
Sin
ese sentimiento de “justicia alcanzada” es imposible cerrar los cajones. Como
si se tratase de una casa embrujada, se abren solos, en cualquier momento, en
medio de la madrugada, en una caminata por el bosque, en una vieja canción.
¿Y qué
del perdón?
Magia que transforma esa casa embrujada en un jardín. Instante de
locura que disipa la niebla. Un faro.
Sí, magia que solo funciona frente a aquellos
que han pedido perdón. De otro modo, No
existe.
Mañana
será Marzo. Casi otoño por aquí.
Lo
intenté. Juro que lo intenté. Pero no hay olvido ni perdón.
Toca seguir escribiendo, sin temor.
P.D: “En el fondo, todo lo que he escrito lo
he escrito por necesidad inmediata, quería librarme de un estado para mí
intolerable” E.M. Cioran
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