“Las fotos brutales exigen una brutalidad previa que es necesario conocer. Con la que es necesario encararse. Una sociedad democrática debe someterse a ese tipo de ejercicios. Si no se convierte, en cierto sentido, en una sociedad cómplice de la brutalidad.”
Susan Sontag
Te piden que cierres los ojos. Que no mires. Que ignores el sol del mediodía calentando la arena del
desierto, la túnica naranja del prisionero, la máscara del verdugo, el filo del
cuchillo.
Te atolondran con palabras sin sentido para
que no escuches el monólogo guionado por la venganza ni la saliva atorándose en una garganta aún virgen.
Te ordenan
que no escarbes el pasado. Que no prestes atención a las advertencias del mail
enviado una semana antes al director del
Global Post. Que no busques Siria o Irak o Gaza en
páginas prohibidas, ni cadáveres bajo la alfombra de billetes.
Te prohíben
que “viralices” el horror que causan los asesinos o la desidia que reina
entre los otros asesinos.
Te
piden que no pienses en ese otro
prisionero que se sabe muerto antes de sangrar.
Te exigen
que no interrumpas con tu absurdo pedido
de paz la impostergable partida de
golf.
Todo
esto quieren de vos.
Pero
no será posible.
El fotoperiodista James Wright Foley, de nacionalidad
estadounidense, nacido el 18 de octubre de 1973, fue
secuestrado por hombres armados cuando salía de un cibercafé en Binesh, Siria,
el 22 de noviembre de 2012, mientras realizaba su trabajo. El martes 19 de
Agosto de 2014 fue asesinado por sus captores quienes, no sin culpar al
Gobierno de los EEUU por el estado
actual de Medio Oriente, filmaron su
decapitación.
El periodista Steven Joel Sotloff, secuestrado en el año 2013, se encontraba junto a Foley y, según sus captores, su vida
depende del Presidente de los Estados Unidos.
En español…
con la D de Dios
también se escribe Demencia.
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