Quizás nos faltaba dulzura
o nos sobraban
las ganas de probar
Bordeábamos un caminito
de adoquines
hasta el viejo alambrado.
Allí
las madreselvas
¿Quién nos enseñó
a beber su jugo?
¿Cómo supimos
recolectar
con nuestras lenguas
esa breve gota dulce?
Quizás nos faltaba amor
o nos sobraban
las ganas de probar
Bordeábamos un camino
de palabras
hasta la última orilla.
Allí
-a falta de océanos-
nadábamos la noche
2 comentarios:
En la noche, no en la oscuridad.
Sí, hay noches tan claras!
Gracias por comentar!
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