No es la primera vez que me sucede: creo que veo lo que no hay.
Tal vez se trate de una simple conjunción de patologías
adquiridas de modo natural.
¿O puedo pensar en un
acto de magia?
El primer síntoma apareció una madrugada de febrero. Iba
conduciendo mi auto, camino a casa, cuando me topé de frente con la luna. No
era la luna en menguante de siempre. No. Era una luna de seis puntas. Una
luna trilliza. Algo así como tres
sonrisas del gato de Alicia sobre un
lienzo azul.
Me pareció tan bella la imagen
que le tomé una fotografía. Sentí pena al descubrir que, de cerca, era la
típica luna desapareciendo.
La segunda vez estaba regando las flores del jardín.
Sobre el techo de mi vecino, más precisamente junto al tanque de
agua, vi un mamboretá de metro y medio,
mínimo. Estaba parado, con sus dos patas delanteras en guardia. Amarronado e
inmóvil.
Por prudencia no quise acercarme demasiado pero los cuatro pasos
que di alcanzaron para mostrarme que era un viejo palo sosteniendo la base del
tanque.
Es irremediable (salvo anteojos): tengo los ojos desenfocados.
No logro distinguir qué hay a lo lejos.
Veo algo, sí, pero no puedo asegurar de
qué está relleno ese algo. ¿Huesos y ropa? ¿Chapa? ¿Piedras?
Y ahí descubro la otra
patología asociada a la disminución de la vista.
A ver si me explico con otro ejemplo:
Caminaba por el pasillo 17
del cementerio. Asomado entre las tumbas descubrí un enorme conejo negro. Pensé en lo dichoso
que sería pudiendo comer tantas flores frescas. Era gordo y parecía disfrutar de los rayos del sol. Me paré a un costado, para no espantarlo. Mi
conejo era una simple bolsa de residuos.
Cuando era chica solía cambiar la identidad de las cosas. ¿Quién no
montó un caballo de palo de escoba? Los
objetos se transformaban según mis deseos.
Y con las personas hacía lo mismo. Deseaba ver reinas, soldados
valientes, superhéroes.
Que estoy perdiendo la vista es un hecho… que sigo viendo seres
fantásticos donde solo hay residuos, también.
2 comentarios:
Sin embargo, a mí me parece que ves lo que nadie puede ver, o, mejor aún, lo ves mejor que nadie, porque lo ves con el alma
;) Muchas gracias por la defensa! Y confieso: prefiero no usar anteojos!
Un beso!
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