Los pactos son con la vida
Con la muerte
Solo una tumba florida
(Lucen correctas las flores… esta visita de compartido
silencio, que quiebro solo por unos minutos)
- ¿Estoy haciendo bien?
- …
- No fue casualidad. Seguramente lo había leído en alguna
novela. ¡Tantas cosas de mi vida
salieron de las novelas! Nunca te lo dije: no fue casualidad. Sabía que pasabas
cada noche por esa plaza de la diagonal 73. Yo caminaba lento, tratando de que
los árboles no me entorpecieran la visión. 20.10; 20.20. Esperar tu paso solo
para levantar la mano y sonreírte.
Soñaba, tan joven, que alguna vez me ibas a decir: “¿Te llevo?” Esas
cosas de novela. La gente nunca entendió qué hacíamos juntos, porque nadie cree
en la conjunción de la formalidad y el delirio. Sin embargo, vos, me
ayudaste a montar todos mis
escenarios y en ellos, sin objeción, fuiste aceptando el papel que mi
locura escribía. “Tenés que ser feliz” era tu línea preferida. Yo, la joven
madre; vos, el amante. Yo, la huérfana; vos, el padre. Yo, la “artista”; vos,
el Mecenas. Yo, la compañera de batallas; vos, el General. Yo, la enfermera;
vos, el enfermo. Yo, la joven viuda; vos, el muerto…
¿Y ahora, por dónde
seguir? Caprichos y futuros inciertos. Sin raya mayor, ni acotaciones al
margen. Caprichos sin libreto. No tener la menor dimensión de cómo recibe el
otro la secuencia. Ni importar. Hacer porque el después se derrite entre manos
sudorosas. Apostar a la nada para ganar todo. O viceversa. No me queda tiempo ni voluntad para renovar los trucos. Demasiadas
ampollas en el alma y el karma suplicando licencia.
¿Decime, por favor, estoy
haciendo bien? ¿Es cierto que no hay pantanos para los que sueñan… que, para los que
sueñan, solo hay puentes?
-…
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