El sillón presupone el cuerpo
humano, sus articulaciones y partes; las tijeras, el acto de cortar. […]Si
viéramos realmente el universo, tal vez lo entenderíamos.
There are more things,
Jorge Luis Borges
Maté un mosquito. Imagino que la sangre que llevaba en sus
entrañas es mía. No veo a nadie más por
aquí y todas las ventanas están cerradas desde muy temprano. Aunque no recuerdo
que me haya picado. Supongo, entonces, que me picó y yo - como siempre-
distraída, no me di cuenta. Así, en segundos, fabrico un recuerdo (la picadura)
que justifica este presente (la sangre del mosquito en mi mano)
¿Cuántas veces hice esto a lo largo de mi vida?
Son las dos de la madrugada. Faltan tres horas y media para los
primeros signos de luz. Me gusta la vigilia. Prefiero pasar la noche despierta
y acostarme cuando las cortinas dejan de ser plumas de cuervos para convertirse en mar reflejando luna llena. Apoyar la cabeza en
la almohada y tratar de comprender sobre qué temas discuten los pájaros- porque,
ostensiblemente, discuten-. Y en esa discusión me duermo, olvidando el miedo a
la oscuridad y al silencio.
Quizá, como la picadura
del mosquito –ya cadáver absorbido por el universo- el viejo sueño al
que señalo como culpable de mis trasnoches nunca existió y dormir
toda la niñez con un martillo bajo la almohada tenga otro motivo. O ninguno.
Pensarlo es mirar una
fotografía.
Mi abuela y yo, en el living. Sentadas en el sofá (dos cuerpos,
de brocado verde oliva), solas, como siempre. Frente a nosotras un espejo inmenso
y hacia la izquierda una puerta. Una puerta que jamás se abría pero que en ese
instante se abrió para darle paso a la silueta,
alta, robusta, de un hombre. Cerré los ojos. Nada más. Despertarse y temblar y pensar en cómo
defenderse a partir de ese momento. Creer en la
terrible magia de que los sueños se pueden convertir en realidad. Entonces surgió el martillo bajo la almohada y esperar a que la luz se
filtrara por las persianas.
Inventado o soñado es el recuerdo más nítido que conservo y nunca he podido aplastarlo
hasta hacerlo desaparecer.
Es más: mi eterna madrugada, su consecuencia.
― Yo no te entiendo ― me dice un compañero ―. ¿Tanto te gusta la noche?
― Jajaja
2 comentarios:
Te espero a las diez.
;) aunque parezca que llego tarde a la cita, no es así!!! Siempre, siempre estoy con vos, Francin! Acordate que fundamos Nueva Huerva!
Te adoro!
Publicar un comentario