Fue en mayo. No sé demasiado.
Apenas un nombre.
Algunos de sus días trasladados a soporte digital.
Una mascota esperando que su
dueña vuelva a poner los pies en el
suelo. Pero no. La chica no pudo más. Trató de sostenerle la mirada a esa soledad mal habida que, sin permiso, se
recostó en su cama. Otra Ofelia sin nadie
alrededor que escurra sus
vestidos. Otra Eco tuiteando silencios. Se fue sin saludar. Sin asegurarse de
que alguien guarde su memoria. Heroína de su propia novela, al fin.
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