El último domingo no había sido bueno. Pocas visitas. Pocas ventas. Poco viento.
Cerraron la tarde con un tipo furioso al que se le estrelló el barrilete apenas remontado. Con pegajosa indignación reclamaba otro igual. Abel dijo no. Luis bajó la vista.
“Ojalá no te sople más viento, así tenés que fabricar marionetas!” Amenazó en un tono similar al chiste.
Otro domingo, hoy.
Los hermanos sentados en el borde de la fuente PAX, desarmando el paquete. Pasatiempo esperando nuevas chances de trabajo, para uno; Aire, para el otro. Algún dinero, para ambos.
- Che… ¿No te lustraste los zapatos, verdad?
- Y, la verdad que no. ¿Para qué? La gente va perdida entre sus pensamientos y las palomas que no te dejan mover.
-¿Para qué? ¿Cómo para qué? Siempre miran esos detalles. ¡Que te creés! No es lo mismo que venga un tipo a ofrecerte lo que vendés con los zapatos lustrados a que lo haga con los zapatos llenos de polvo… Bueno, dejalo así. ¿Acomodaste los ovillos?
- Todavía no… estaba buscando un trapito para pasarme por los zapatos. Había visto uno por acá…
-Deja, dejá ese bolso en paz; acomodá aquello mejor. En un rato sale la gente a pasear. Si no está todo acomodado se nos joden las ventas… ¿Me escuchaste?
- que se nos joden las ventas…
-Nah! Decía que hablé con Barney.
- ¿Cuál el alto o el petiso?
-¡Qué se yo! El más desteñido. Le dije si no prefería vender con nosotros a porcentaje. Casi lo convenzo con el calor que hace dentro del traje. Pero no hubo caso. Sumó con esos dedos de garrote que tiene y dijo no. Sin dedos no sabe sumar, ja!.
-Ja!
- De qué te reís vos: ¿Nueve por nueve?
- ¿Qué?
-Sos lento. Tan lento. Papá tiene razón… Dale seguí con los ovillos. No se enroscan, se hace el ocho. ¿Entendiste?
- ¿Qué impresionante la catedral, no? Siempre pienso lo mismo: los que pusieron los primeros ladrillos y el que colocó el último.
- Siempre pensando cualquiera querrás decir. Filósofo también. ¡Hoy estás afiladísimo! ¡Por favor, no me hagás reír que tengo hambre! ¿Trajiste para comer?
- Uh, si me lo habías pedido me olvidé.
-Nah, no te puedo encargar nada!
- Puedo comprar en el burger. Tienen una promoción. Dos hamburguesas dobles y un viaje a no sé dónde.
- ¿A no sé dónde…?
- ¿Si querés pregunto?
-No, no, no, dejalo así. Vas a preguntar cualquier cosa. Comemos cuando volvemos a casa
- Ojalá fuese París…Sabés hermano, tengo un sueño: remontar barriletes en París.
-Bueno, parece que deliramos… Hagamos lo nuestro y punto.
- Listos los ovillos.
-Bien. Traeme el Tazmania, esto es todo física eh? Pensar que hay cuatro boludos que crearon un club.
-¿Un club de qué?
-Ay! Por favor! De que va a ser el club… Pensá un cachito, si te lo digo acá en la plaza, cuando estamos trabajando…
- ¿De barriletes?
- ¡Seeeee, barriletes! Todos los domingos se juntan re emocionados. Diseños chinos o japoneses no sé; pero no son mejores a los que fabrico yo.
-…
- No te escuché.
- Que seguro, Abel, que tenés razón … pero… no gira como dijiste que lo haría, algo le pasó al tazmania…
-Cómo que no gira! Hace tirabuzón! Vos que no ves nada… Arreglate un poco esas mangas! Van tres cuartos al codo… Tal cual dio el pronóstico, viento del este. Estamos de suerte. Ahí empieza a moverse un poco. Quizá vendamos varios.
- Me contaron que salieron unos nuevos con gps que dicen la altura.
-¡Ja! Y vos te la creíste! Lo máximo es el Taz con luces y lo inventé yo.
-¿Y las luces para qué, Abel… quien remonta barriletes de noche?
- Callate… no sabés nada de progreso. Así estás si no te saco yo del pozo… pero ahora callate vienen clientes; dale preparate para remontar.
-¿Puedo remontar el que hice anoche?
-¿Anoche hiciste uno? Me imagino lo que será… ¿Dónde lo tenías escondido?
- Está en la bolsa negra, ¿lo saco?
-Ufa, está bien pero apurate total no creo que vaya demasiado lejos…
Luis sacó a su Ben 10 de la bolsa y anudo uno de los ovillos que había preparado.
- ¡No! Realmente espantoso. ¿Quién carajo es? Mirá que hay que ponerle voluntad para hacer algo tan feo ¿eh? Ni en pedo vuela… ¿Y esas patas colgando?
- De los dibujitos. Ben 10 se llama.
Midiendo el aire de la plaza caminó hasta el centro, de cara a la catedral. Los ojos de Abel en la espalda. Los sentía. ¿Y si no vuela? ¿Y si tiene razón? ¿Y si perdí toda la noche construyendo una porquería?
Viento. Fue soltando el hilo; milímetros de hilo con la suavidad de quien levanta un pájaro lastimado. Uno. Mil pájaros. Arriba. En lo alto. Muy arriba. Entre las torres de la Catedral.
Remontó sus oídos, también. Sólo el gesto de su hermano que ahora conversaba con un cliente.
-¿Qué tal maestro? ¿Cuánto cuesta el barrilete?
-20 pesos.
- Epa, ¿los fabricás con hilos de plata? ¿Cuál te gusta, Rodri?
- Ese. El muñeco que vuela.
-Ok, dámelo como está.
-Remontado cuesta 5 pesos más.
- ¿Cómo?
-Claro, es todo un proceso. Hay que saber remontarlo. Y una vez remontado, hay que saber mantenerlo. Este está remontado, tiene costo adicional.
- Vos estás re-chiflado amigo, re-chiflado.
- ¡Quiero ese!- Insistió el chico y el negocio se cerró.
Abel, con los 25 pesos en la mano se acercó hasta Luis.
-Dame que se va.
El hilo en las manos del comprador, ahora.
-Prepará el Tazmania.
- Sí claro- dijo Luis, perdiendo, una vez más, la esperanza de la aprobación.
Los veinticinco pesos en el bolsillo de Abel y una idea que lo asustó:
Parecerse. Aunque Sí. Sería increíble remontar barriletes en París.
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