martes, 29 de julio de 2025

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Estimado Señor Coetzee:

  Espero sepa disculpar el uso de mi lengua madre para comunicarme con usted. Cualquier otro idioma que utilice ya sea por conocimiento o a través del uso de traductores en línea dejaría mucho que desear.

La verdad es que hace meses no puedo dejar de leer sus escritos. Anoche terminé HOMBRE LENTO y   en breve comenzaré con EL POLACO.

¿Por qué le escribo?

Porque me siento una especie de Elizabeth Costello del otro fin del mundo (sí, hay varios) sólo que nunca he conseguido – ni conseguiré a estas alturas- ser conocida aunque más no sea por una novela como   “La casa de Eccles Street”.

 No pasa un día de mi vida en el cual no piense “tengo que escribir sobre…” sin ponerme a hacerlo, por supuesto.  En tiempos no tan lejanos escribía mis historias o mis breves pensamientos con la  mínima esperanza de que alguien  los leyera. Eran épocas de blog  - la prehistoria de la era tik tok- y de vez en cuando alguien dejaba un comentario. Hoy los blogs solo juntas telas de arañas digitales y los protagonistas de las historias mueren sin siquiera ser vistos una sola vez, más abandonados que el artista del hambre de Franz.

Creo que ese es el motivo por el cual ya no escribo, Y me apena.

Elizabeth dijo   “Escribo para ellos. Tuvieron una vida tan breve, tan fácil de olvidar. Dejando a Dios de lado, soy el único ser del universo que los recuerda. Y cuando yo ya no esté, solo habrá vacío. Será como si no hubieran existido. Por eso escribo sobre ellos y quería que leyeras lo que he escrito. Quería transmitirte a ti la memoria de esos seres. Nada más.”

Son las 22.30 aquí en la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Estamos atravesando una ola polar y faltan, por momentos, tanto la energía eléctrica como el gas natural.

En esos momentos de oscuridad tomo una lapicera, un papel y escribo sobre soledad y sombras chinescas. Pero cuando regresa la luz vuelvo a la realidad de un mundo al que solo parece interesarle la inmediatez y los mensajes a la velocidad de 2X.

Ay Sr. Coetzee! Cómo me gustaría tener la constancia para escribir estas historias antes de que sea demasiado tarde.

Tuve un maestro, Gabriel Bañez. El siempre lo nombraba y citaba sus textos. Se suicidó en Julio de 2009 y yo no volví a encontrar una guía  o, mejor dicho, alguien que le prestara atención   a mis historias. Qué orfandad.

En fin. Dudo que alguna vez llegue usted, Sr. Coetzee, a leer este mail. Sin embargo, quizás sí me sirva como punto de partida.

Me lamento por el artista del hambre ¿Cierto? Sin embargo Kafka lo escribió en 1922. Estamos en 2025 y aún sigue allí.

Voy a buscar a mis artistas y tal vez, solo tal vez logre que alguien los mire.

Un cordial saludo






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