Siempre
supe buscar.
Mi abuela ocultaba, todas las noches, un
chocolatín Jack. Yo comenzaba la búsqueda
guiada por sus “frío” “tibio” “caliente”. El juego terminaba. Una victoria de
chocolate.
Hace
muchos años que mi abuela ya no está para guiarme, pero me sigo orientando cuando se
trata de buscar. ¿Lógica? No. Ninguna. Porque lo que busco jamás la tiene.
No
hay chocolate. Hay algo un poco más amargo, quizá… Las verdades suelen serlo.
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