domingo, 10 de mayo de 2009

El reloj no dice Big Ben





Bugatti la escuchaba desde el otro sillón de mimbre. Leve vaivén crujiente hamacando sus ideas.



Ella, por hoy, todo monólogo. Toda voz eviscerada. Toda tormenta de verano:



- Por el oeste va cayendo Enero

Sin que mis razones

Logren conformarlo.

No volverá.



Bugatti imagina un pozo amarillo (el color del girasol que está mirando) y Enero en el borde.



Y Ella:



-Dejó escrito en la jaula vacía

Y en los dientes del calendario

Que si no supe usarlo

No fue su culpa.



Bugatti se pasa la lengua por sus propios dientes. Culpas enjauladas. NO!



Y Ella sigue:



-Se llevó las palabras

Ajadas por el sol

Esas que flotaron y

Nadie quiso oír.



Bugatti prende un cigarrillo. Flotan anillos de humo que se alzan hasta el cielorraso. Ambos con los ojos en el vértice izquierdo del salón.



Y más:



-Dejó una torpe araña

Para el mes siguiente

Que sube y baja

Por el mismo hilo.





Ahora es la voz de Bugatti la que recorta el lugar:



-No entiende

Debe girar sobre si misma

Dibujar su cuerpo en la pared

Pero no entiende…

Quizá Febrero.



Ella confirma con un gesto. Se levanta de su sillón y camina hasta la ventana:



-El reloj de mi torre

no dice Big Ben

pero algunos segundos

tienen niebla.





Bugatti también se levanta y busca entre los CD el recuerdo de esa otra araña y ese otro Enero:



- El reloj de mi torre

No dice Big Ben

-tampoco-

Pero algunos segundos

Tienen estrellas.









Y como siempre, apretó play:



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