martes, 6 de enero de 2015

Trip: Impresiones 4

“¿Qué venía yo a hacer al Pont des Arts?” se pregunta Oliveira.
Y le contesta Cortázar dibujando rayuelas.


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Yo no vine a escribir una novela. En el mejor de los casos vine a completar una escena de mi vida: cruzar el puente de tablones  como quien baila sobre su propia tumba.
También vine a contar fantasmas pero resulta imposible. Hay tantos fantasmas como candados colgando en las barandillas. Y muchos de ellos, buceando desnudos,   intentan rescatar la llave que arrojaron al Sena. Nada más trágico para un fantasma que estar encadenado por amor.

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Los bancos parecen vacíos pero acercándome un poco percibo esa sensación de la promesa amorosa, de la esperanza en mañanas y, con otra densidad, se siente el dolor del fin, el desamparo, el ruido que hace la conciencia  cuando no sabe a dónde ir.

¿Qué venía yo a hacer?

Ah, sí…

Vine a jugar un momento  a ser Horacio y otro rato  a ser La Maga  para  comprobar que no son necesarios los candados cuando el amor queda atrapado en la memoria.


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P.D: “Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.” Rayuela, Julio Cortázar.



Pont des Arts, 25 de noviembre de  2014. 

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