Atardece
y los zorzales desvuelan el día.
Mañana no va llover, dice Manuel.
Y le creo.
Manuel:
un
metro noventa de paciencia
setenta
y siete años de esperanzas
una
gorra de Racing
-
primer recuerdo “porteño” abrochado a la memoria -
un
tren huyendo de la zafra
tres de la mañana a nueve de la noche
hacia
la Buenos Aires
de riachuelos oxidados
de
los tiros nocturnos
de
cazadores buscando bajo la cama.
de
los mutilados sobreviviendo en el Dock.
Dar es mucho mejor que recibir, dice
Manuel. Los agujeros de sus zapatillas lo confirman. Y le creo.
Manuel:
el
sueño percudido
de
levantar un vivero
nylon
grueso postes guías de caña semillas
O
el
corazón con marcapasos
garantía por seis años
O
la
risa infantil
En AM
que
se descuelga de su bolsillo
una sola vez me alzaron
para besar a mi hermano
cosas
de féretros altos
en medio del rancho
para
difuntos bajitos.
Mientras
las lágrimas se chocan con el borde inferior de sus anteojos
una pena que la gente se vaya apagando, dice
Manuel. Y yo le creo.
…
— ¿Le
puedo sacar una foto Don Manuel?
— Como
no… Saca un trapito del bolsillo para secar los lentes.
Manuel,
el de la foto.
El
que planta frases en el aire.
El
que desentierra palabras de sus uñas