miércoles, 11 de abril de 2018

Trip 2018: Valldemosa







Hay un ómnibus que parte del centro mismo de Palma y te conduce hasta Valldemosa, bordeando el precipicio.  Es el 210 y su conductor oficia de guía turístico. Sigo su consejo y me acomodo en el primer asiento.
Primer parada: Sóller. Todos los cerezos están florecido aunque el invierno no quiera resignarse. Continuamos  subiendo la Serra de Tramuntana  entre curvas imposibles, terrazas y construcciones que se van haciendo cada vez más pequeñas.
Segunda parada: Deyá. “Un refugio para muchos artistas… Aquí ha vivido Robert Graves” me señala esta inesperada Wikipedia sosteniendo el volante sólo con su mano derecha.
Última parada. “Valldemosa es un pueblo famoso porque vivió Chopin, un invierno y por las cocas de patatas. Que disfrutéis el viaje”. Le di las gracias y lamenté no poder seguir conversando.
Son las cinco de la tarde, está nublado y las calles van quedando desiertas. Las nubes están ahí nomás y, quizás, si me estiro un poco… pensamiento infantil pero ¿Por qué no?
Camino hacia la Cartuja. El nombre de Chopin escrito una y cien veces. Su perfil. Pienso en lo que significa su música para mí cada día, cuando estoy sola, en mi cocina, a 12.000 kilómetros de esta calle.  Pienso en ese invierno de 1838 cuando George Sand escribía mientras Frédéric veía caer la lluvia. El  sonido del viento, otras nubes similares a éstas, los mismos precipicios.  Pienso en algunos de mis sueños cumplidos.
Oscurece. Es hora de regresar, un poco más completa.

P.D: Cuentan que  ni el piano ni la celda que se muestran son los verdaderos.  Anécdotas que no modifican los preludios.