Callejuelas bordeando
el canal
y los patos mezclándose con el reflejo
de las luces rojas.
Todo tan luminoso
que
si alguna de las
chicas
suspirara de
tristeza
nadie lo notaría.
“Vendo la piel
el contorno de mi imagen
la suavidad de este
coset rasado
-y la de mi lengua-
Vendo gemidos y
susurros
y el calor de mis
piernas alrededor de tu cuello.
No pidas nada más…
Nada más vendo.
Pero ¿Qué vendés
vos?”
Ámsterdam, Barrio Rojo. Noviembre 2016