sábado, 11 de abril de 2009

PUDO SER TU MASCOTA





                                                                         Una frase aislada…tiende a resonar como
                                                                          un oráculo” Maurice Blanchot
                                                                        
                                                                         Qué es pues lo que hace al habla tan
                                                                         terrible(…) que es irreversibleSur Racine,
                                                                          Roland Barthes



    El incidente no duró más de treinta segundos:  Laura   apareció bajo la arcada del comedor; traía una bandeja forrada en papel dorado; Sobre la bandeja, rigurosamente acomodado, descansaba un lechón. Caminó en dirección a la mesa donde se encontraban  los nueve invitados. “ Un aplauso” pidió Alberto y se escuchó un leve batir de palmas. Cuando este  se fue apagando, una voz, desde el final de la mesa, dijo “ pudo ser tu mascota”. Laura supo que había sido la voz de Cristina pero fingió  no haberla  escuchado. Evitó mirar   hacia el fondo del comedor y a cambio, buscó los ojos de Víctor, su marido, quien entendió el pedido y se paró:
-Bueno, vamos a trozar esta hermosura- dijo, sacándole al lechón el gorro de feliz cumpleaños.
  Eso fue todo. Sólo eso. Cristina no dijo más y la fiesta continuó, sin sobresaltos, hasta las cuatro de la madrugada momento en que  los  invitados comenzaron a retirarse, souvenir en mano. Laura sólo  esquivó un saludo, el de Cristina,  yendo al baño en el preciso momento en que ésta se despedía.
                                                                *****
- Qué hermosa fiesta- dijo Karina, compañera de Laura  en la  municipalidad- la verdad que me divertí.
- Sí- respondió su esposo-  estuvo buena, sobre todo el  whisky que era de primera.
- Laura estaba preciosa, el verde le queda bárbaro, viste que ni se le notan los años.
- No.
- Qué buen gusto para decorar la casa. Lo único que yo sacaría son esas columnas de yeso. ¿Viste lo que le dijo esa mujer?
-¿Cuál?
- La que estaba sentada, sola, en el fondo. Esa tal Cristina. Una desubicada. No Pases el semáforo en rojo.
-¿Por?
- Porque nos pueden chocar.
- No... ¿Por qué es una desubicada?
- Cómo  por qué, no escuchaste lo que dijo, lo de la mascota, cuando Laurita entró con la bandeja.
- Andá a saber de que hablaba. 
- Para mí que le tiene envidia.  Por lo que sé es de esas mujeres que viven en el psicoanalista.  Con Laura se conocen desde chicas así que para decirle lo que le dijo algún complejo debe tener, fijate que todo estaba organizado a las mil maravillas, con qué la podía atacar que no fuera ese pobre lechón disfrazado.
- Sí, puede ser.
- Claro que es eso.
-Por ahí es una cuestión de religión, qué sabes. Anda preparando las llaves de casa.  
                                                                            *****

  Alberto y Carlos, dos amigos de Víctor, siguieron la fiesta en el bar de calle 10.
 - Traeme dos cuantró – le dijo Alberto a la mesera- ¿Cuántos puchos te quedan?
- Cinco- contó Carlos- después compro. Qué me decís de Cristina.
- Esa mina es increíble, vive de joda. Viste la cara de la fulana.
- Si, casi se muere.
 - Pero se hizo bien la boluda. Vos sabés que me imaginaba a Laurita paseando el chancho por Parque Saavedra  y me descomponía.
- Me parece que el chiste no cayó bien. A Cristina se le pasaron las copas.
- Nada que ver, vos no la conoces como yo, para hacer esas jodas agrias no necesita estar borracha.
- Señor su cuantró- dijo la mesera.
                                                            *****
Marina y Claudia  tomaron un taxi hasta el departamento.
- ¿ Habrá quedado alguna buscapina?- preguntó Marina revisando los cajones- tengo miedo que el lechón me caiga mal.
- Me podés explicar qué pasó- preguntó Claudia- me perdí la mitad de la escena.  
- ¿De qué hablás? ¿De Cristina?
-Sí.
- Nada, eso, lo que escuchaste.
-Pero... ¿Por qué dijo eso?
- Querés que te diga, me parece que está saliendo con Víctor.
- Ay, ¡Callate!
- No sé, es un presentimiento.  No te parece sospechoso que usen el mismo perfume y tengan el mismo color de pelo.
-Pero el de Laura es natural.
- Por eso mismo.  Aparte no viste cómo lo miraba. No va a ser ni la primera ni la última que se mete en la casa del amante haciéndose la amiga.
-Pobre Laura, habría que decirle.
- No, nena, en esas cosas no te podes meter, después todo se arregla y quedás en el medio.
- Habría que decirle.
                                                                *****

Cesar caminó hasta la avenida 72 y esperó que llegara el 508. La frase de Cristina le trajo recuerdos. La insoportable levedad del ser. Una película que habían visto juntos, Laura y él. ¿ Cuántos años habían pasado? ¿Diez? ¿ Más? Ella aún conservaba el parecido con Lena Olin.  Cómo volver  en el tiempo y borrar a Víctor. ¿ Para qué seguía yendo a su casa? Intentó  justificar el sacrificio  y su costumbre de seguir siendo una mascota. Odió a Cristina porque sabía que Laura estaba lastimada. La odió aunque le reconoció a la frase cierto grado de sinceridad.
                                                                 *****
   Víctor cerró las ventanas y apagó las luces del jardín.
- Me voy a acostar, estoy muerto- dijo.
- ¿Escuchaste lo que me dijo?- preguntó Laura.
- Sí, no le des bola.
-¿Por qué lo habrá dicho?
- Si no te molesta me voy a dormir.
-No, andá tranquilo... ( anda tranquilo que yo me quedo juntando las sobras de este lechón, arreglando la mesa, secando las copas, estas fiestas de cumpleaños son así, terminás trabajando el doble y todos chau chau, a ver cuando hacen otra)... Víctor
- volvió a insistir entrando en el dormitorio- ¿ No se te ocurre  un por qué?
-Qué sé yo, se le habrá dado por la ecología.
- No me cargues, ¿Será envidia?
- Puede ser. Dormite.
-Si dormí... ( como si fuera tan fácil sabiendo que tu amiga te envidia con lo dañino que es. No sé por qué me puede envidiar. Quizá la casa que tengo pero ella prefirió viajar a Europa y yo me quejé acaso. Me hizo sentir ridícula. Pudo ser tu mascota. ¿Será odio? Si me odia es por Víctor) Víctor- dijo golpeando el brazo de su marido- Víctor, jurame que no pasó más nada con ella. 
- Te lo juro. Dormí.
-  Por ahí buscaba llamar la atención.
- Mañana  le hablás por teléfono y te sacas la duda.
- Ni loca le doy el gusto.
                                                                       *****
  Cristina llegó a su casa. Prendió sólo el velador del dormitorio. Se quitó el vestido y los zapatos; se acostó. Sonreía.

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