miércoles, 24 de mayo de 2017

Invisible



  
Esa tarde, el mundo se negaba a escucharme, o peor, me ignoraba sin culpa ni piedad.  Busqué espejos, charcos de agua, pupilas. Algún sitio donde reflejarme. Nada. Entonces, creí que se trataba del final del camino: ese tornarse invisible hasta  no ser reconocido ni por la propia piel. De todas maneras, hice un último intento con la esperanza de reencontrarme.
 Miré hacia la izquierda, hacia la derecha. El cielo transparente, el piso de tierra. Por último, miré  hacia el frente. De contorno difuso,  allí estaba yo, reflejada en el lugar menos pensado, aún de pie.  



2 comentarios:

Jorge Curinao dijo...

Me mata tu prosa! Te quiero.

jotaVe dijo...

Nonono... te quiero vivo.

Mua!