Shh...que sueñes con angelitos






                                          SALA DE ESPERA A LAS 20.30
  No, por favor,  que esta mujer no se siente acá, que siga de largo. No, por favor... 
                                                FUE PRIMICIA
                                    SISMO EN CIUDAD JAPONESA
                MÁS DE 5.300 MUERTOS 
MILES DE HERIDOS 
AMPLIAREMOS
-         Ah... ¡qué horror! No se pueden creer las cosas que están pasando en el mundo- la mujer rubia se acomodó entre un potus sintético y mi valija- ¿Viajas lejos?.
   No debí sentarme frente a este monitor: quien iba a pensar que mis compatriotas querían  pasar sus últimos momentos sobre el suelo argentinísimo escuchando las noticias. Buscaba un rincón para desarmar este paquete de cartas viejas que lleva las marcas inconfundibles de mi abuela: un doble moño para aprisionarlas (igual al de los cordones de mis zapatillas; igual al lazo de su delantal) y un orden cronológico que intenta darles cierta coherencia. Son de mi padre. Son un catálogo de contratiempos. Me cansé de arrastrarlos: llegaron hasta acá.
       -  Texas.
       -  Que yo sepa no hay vuelos directos a Texas. Tenés que ir primero a Nueva York y de ahí seguir viaje. ¿Te espera algún familiar?-. Mueve las manos y demuestra la misma curiosidad que me vencía hasta que empecé a tener cosas para ocultar.
    Era tarde para fingir sordera o mudez: nos habíamos encontrado en el shop. Ella, comprando  bocaditos Cabsha; yo, cigarrillos. Elijo mentir  aún sabiendo que ocasiona más  esfuerzo  que decir la verdad.
-         No.
-         Me parece bárbaro que un chico joven como vos tenga la posibilidad de pasear por Estados Unidos. Con mi esposo, aquél... el de chaqueta de nobuk, viajamos siempre de aquí para allá. El primer viaje lo hicimos a Francia nada menos que en el 68, no sé si en esa época vos habías nacido pero para nosotros fue impresionante. Y acá ¿Tenés familia?
-         Sí. Tengo una familia hermosa, mi viejo, mi vieja  y una hermana más chica.
-         ¿Vinieron a despedirte?
-         Sí. (Esto no va a terminar nunca) pero no pudieron esperar hasta  que saliera el avión (hace una mueca de reprobación) No importa.- Ruego para que alguna noticia la preocupe y me deje leer  o pensar.
-         Bueno...viste a veces con la familia pasan esas cosas. Cuántos sobres er meil que tenés...
                                          ULTIMO MOMENTO
                          JUBILADOS PROVOCAN DESTROZOS
            FRENTE A LA CASA DE GOBIERNO VARIOS HERIDOS
                                          LAS IMÁGENES... YA 
  (¿Qué estará haciendo mi abuela? No le gustan los programas que dan a esta hora y no tiene nada para tejer. Ni puede. Lo que sí puede hacer es mover las orejas. Todavía puede hacerlo. Se pone seria, parece concentrarse en un punto infinito y comienza a moverlas. Mil veces lo intenté, sin suerte)


-         En un momentito  regreso. Voy a ver como está Alfi, espero que aún no lo hayan embarcado. Me ofrecieron una guardería pero, viste, no les tengo ninguna confianza... No sabés lo que me dolieron las vacunas que le pusieron, viste como es,  sin vacunas internacionales no te dejan llevarlo. Es el primer viaje que hace, te juro que si lo sentás al lado tuyo  ni te das cuenta de que es  un perro. Ya vuelvo...
  Ese perro, como otros animales, debe creer en dios, sin condiciones(no es para menos); Debe vivir agradeciéndole la capacidad de recuerdo.
 Me imagino un águila que sale de su nido, cansada de escuchar los reclamos de un par de pichones. Comienza el descenso y siente calor en la sangre. Allá, abajo, se escurre entre los matorrales  una piedra  monstruosa. Tiene patas cortas y orejas. Puede ser comida fresca; huele a comida fresca. Se abalanza sobre ella con las garras a la vanguardia. Clava. Se eleva. Las patas  y las orejas intentan defenderse. Vuela  con dignidad hasta su nido  y descubre que es imposible desgarrar esa piedra. No sin maldecir, la devuelve a su escondite desde lo alto de la montaña y le sorprende que  al  chocar contra otras piedras  algo rojo, como la carne, se escape del envoltorio. La próxima vez, este recuerdo será vital.
(vitalidad que el pobre armadillo debe asociar con esas garras que lo sueltan en caída libre y a la que pronto  extrañará)
   Yo no soy un águila. Ni un perro. Y, en ciertas ocasiones, los recuerdos me parecieron el más cruel de los castigos aplicados al hombre. Además, para volar, necesito del avión que sale a las once. Un viaje que tarda... No sé, creo que nueve o diez horas...

- Alfi está bárbaro. Las gotitas sedantes le hicieron efecto. Es como un chico malcriado. Nosotros somos psicólogos así que te puedo asegurar que es sumamente dependiente de su familia. Te cuento que...
  Cuando mi abuela o Don Yilmo o Juan contaban, la historia comenzaba desde el  punto irreversible de sus vidas. Lo dijeran como lo dijeran siempre era Había una vez, hace mucho, mucho tiempo. Para mí, no hubo una vez (creo que ya no la habrá) ni hace tanto tiempo. Lo que hay: Un  aeropuerto donde  debe terminar esta  historia. Más allá de la  puerta vidriada: un avión que sale a las once.
  Esta mujer va a querer que cuente y yo sólo quiero cerrar la boca porque  temo dejar muchas cosas con su debida explicación;  recordar  nombres y  calles que  no fueron importantes; besar con  fieles calificativos a mis seres menos queridos. La memoria, no sólo es una fatalidad sino que encima se da el lujo de ser subversiva.
¿Intentar una nueva leyenda? ¿Por qué? ¿Para qué?  Si sólo a mí me  importa  lo que tengo para decir antes de subir a un avión, una noche de Enero. Me hubiese gustado ser poeta, músico, taxista o político y  escribir, cantar, hablar o prometer hasta sorprenderme. 
- Contáme... ¿A qué te dedicás?- No puede ser que insista. Qué historia le puedo contar, la de Tomás, la de mi madre. O esa otra que  nació, sin opción, en este aeropuerto;  la que quiso (o pudo) contar mi padre. Una  historia que comienza donde debo abandonar ésta: frente a la puerta vidriada. Los dos quisimos ser vengadores anónimos, él de su propia fama, yo de las hipocresías vecinas. Ambos fallamos por un exceso de anonimato.
 No me queda más remedio que seguir mintiendo por pudor ajeno, por lo inverosímil de mi realidad y porque no tengo opción.
-         Analista de sistemas.
-         Mira vos qué interesante. Tenemos una prima que trabaja en Pérez Companc, le va de mil maravillas, es gerente del área informática. Si seré distraída, después de tanta charla y todavía no me presenté: Soy Betina pero me dicen Titina, él es Néstor, vivimos en Pilar. ¿Y vos?
     (Nunca tuve pseudónimo ni alias, salvo algún esporádico boludo, negrito o loco. No soy alcohólico, ni drogadicto, ni protestante; lo que no significa que en otra oportunidad, no lo sea. Pero tengo otros atributos  con los que un hombre también logra  enfrentarse  a este mundo tan metódico.  Físicamente completo, rasgos comunes, todos los órganos con sus respectivos sentidos.  Sufrí trastornos en todos los aspectos.  Un hijo de puta en potencia,  un buen tipo en acto- o viceversa- más allá de las apariencias. Creo que no iba  a ser feliz. Y lo peor es que sé que no me importaba.)
-         Enrique, de Gualeguay.
  El hombre de chaqueta de nobuk se acerca. Muerde una pipa apagada. Es rengo. Qué tal. ¿Me da fuego? (Me mira; su voz me resulta conocida) Titi, vamos hasta el snack a tomar algo fresco. Ella inclina el cuello y me sonríe. Les doy las gracias. Por fin solo.


Fuego. Esta tarde pensé que el fuego podía ser capaz de hacer su trabajo bíblico y aburrido (igual al viejo sol, predecible, arruinado en una carrera idiota este-oeste, este-oeste) ocultando todo lo imposible de traer en este viaje. Todo lo que no logré dejar en buenas manos.
Fue una idea bondadosa y atroz: acomodar frente a  la salamandra lo que debía quemarse primero. Un esfuerzo inversamente proporcional al de los  bomberos rescatando algo de entre las cenizas. Pero... (cuántos pero hay en la vida de un hombre), mi abuela (quizás su  última adivinanza) me aconsejó que no cargara con más recuerdos, incinerados o no.                                               

      

Etiqueta: Lo propio de Shh...    
SHH...QUE SUEÑES CON ANGELITOS

Primera (y única) Novela experimental escrita en el año 2003.  ¿Rasgos autobiográficos?  todos y ninguno como corresponde al YO que somos frente a una hoja en blanco.
Dedicada a mi padre que supo deshacer ausencias  via mail (léase "viejo correo")