Para llegar hasta la frase del libro que
buscaba tuve que demoler dos telas de arañas. Cuánto tiempo sin pasar por la
letra A…
Es que la vida te deja elegir dos o tres
caminos pero, generalmente, te va empujando hacia donde quiere. Y la biblioteca
quedó en las sombras.
El tiempo en porciones. Un poco lo usé gastando las yemas de los dedos en fa- si bemol- la bemol- sol bemol- la bemol- sol bemol- fa. Notas
de Tiersen mientras la muerte se entretiene en otros pentagramas.
Otro poco se fue diluyendo entre las “crónicas”
diarias de un mundo tan brutalmente humanizado que ya no asombra. Qué otra cosa
es el hambre o el asesinato o la violación sino la acción de un hombre sobre
otro. Trump, Isis, 32 % de pobreza en Argentina.
Vuelvo a la búsqueda. Al libro.
Subrayados de un pasado arcaico. Y papelitos. Y
flores.
En el interior de Compañía de Beckett un cartón que dice “Copa de leche. Bono contribución.
2002.”
En Páginas
escogidas de Artaud el recorte de
una revista “A diez años de la muerte de Borges”
En El
juguete rabioso de Arlt una pequeña tarjeta celeste y blanca y letras en
negro “Ayuda a excombatientes de Malvinas”
Una rosa blanca en el libro que buscaba. La
guardé, es un hecho, pero… ¿Qué significaba?
No es de alguna tumba conocida… ¿O sí? ¿De algún amor sin tumba?
Esta maldita memoria que me traiciona y me paraliza
porque, como dicen, “el tiempo es eso
que transcurre entre un recuerdo y otro”.
Mejor no sigo con estos libros tan parecidos a
la caja de Pandora destinados a desatar recuerdos
y olvidos.
Sobre la vereda, una veintena de lombrices muertas.
Huían de una muerte segura ante la inundación de sus cuevas. Se arrastraron
hasta que el sol las secó.
Esa cosa del destino inexorable.
“y la tristeza se hace tan grande
que la oigo en
mi reloj”
Sin darme cuenta me estaba contando breves escenas de
mi vida. ¿Recurrir al pasado con el propósito de mantenerme viva? ¿Qué nuevas
experiencias… qué voces?
Me veo a través
de la ventana… cuánto silencio en esa
mujer, me digo.
El ojo humano
ve solo cáscaras.
Como mudarte y seguir buscando la tecla de luz en la
pared incorrecta. Así la fe, el amor, la rabia: un hábito.
Ella sólo cuidaba
el jardín. Y mis manos… porque una vez (el recuerdo aún arde) apoyé mi mano
sobre una pared rugosa – de esas que están maquillada con pequeñas piedritas y
trozos de vidrio- sin advertir que aplastaba a una gata peluda. Creo que grité y lloré del dolor.Desde ese día, mi abuela redobló el esfuerzo: una búsqueda diaria
entre las plantas. Cuando encontraba alguno
de estos seres extraños – miniaturas casi idénticas al verdadero gusano loco
del parque de diversiones- lo metía en un viejo tarro de lata, lo rociaba con
alcohol fino y prendía un fósforo. Una leve explosión. En el fondo del tarro, eso
bicho que había sido verde claro se iba oscureciendo hasta el marrón. Un poco de alcohol y el mundo era más seguro.
También
protegía al pequeño jazmín de los terribles caracoles. No sé si era el mismo
tarro pero para deshacerse de ellos bastaba un poco de sal fina. Los caracoles
escupían una espuma espesa hasta quedarse inmóviles.
No recuerdo
haber visto placer en sus ojos frente a estas matanzas. Era su modo de cuidar: al
jazmín y a mí.
Presente:
rasgo de moralidad. Un video de difusión hecho por el Estado Islámico. Apenas
contables, más de veinte cuerpos mutilados de soldados. Cabezas sin torsos y
viceversa. Eso sí: la imagen está editada, “desenfocada” allí donde se ven partes de cuerpos desnudos. Pudor
absurdo.
Futuro:
Seguirá lloviendo mientras decimos adiós al sabor de las cerezas.
Todo junto, apretado entre las curvas -sin guard rail-
del cerebro…en este instante.
*A medio camino entre un film de Kusturica y uno de Tarantino, la
escena del ex secretario de obras públicas revoleando bolsos con millones de dólares,
a través de las paredes de un convento, a las cuatro de la madrugada, nos dibuja a muchos de nosotros la amarga sonrisa de la confirmación. ¿Sabés que tira junto a los bolsos? Tira tu no-techo de losa y te deja con cuatro
chapas podridas. Tira tu no-asfalto y
te deja el barro que se te mete hasta el alma. Tira tu fe en los gobiernos “populares”.
*Nunca había sentido con tanta violencia el paralelismo de espacios
y tiempos. Mientras ese hijo de mil putas pide cocaína y se hace el alucinado
otros cientos de hijos de puta se hacen los sorprendidos.
Esto, acá.
*Allá, en uno de los mundos paralelos llamado “Pulse”, alguien saca
su fusil Sig Sauer MCX y comienza a disparar haciendo “blanco” exacto
en 50 personas y mejorando la performance electoral de un tal Pato Donald Trump.
*Un poco más a la derecha del mapa un caimán de Disney se roba un pequeño niño de las manos de sus
padres quizá como acto de “justicia” por la muerte de otro compañero de
cautiverio, el gorila del zoo. (Lástima que siempre en estos intercambios paga la persona equivocada.)
*En la primavera mediterránea, el mar se puebla de barcos, delfines
y cadáveres abandonados que alguna vez fueron madre amasando pan, hijo jugando
con una pelota, padre buscando refugio entre los escombros. El vaticano
propicia la creación de más cuadrillas juntacadáveres mientras estrecha la mano
de uno y otro bando hacedores irrefutables de todos los conflictos.
*la lista de espacios y tiempos es infinita. Quizá tus tiempos sean
un paso de comedia u otra tragedia más.
Hasta aquí, este junio congelado. Y mi fiebre. Y la falta de
electricidad. Y la carrera sin GPS. Y otro duelo consagrando mi experiencia en
los círculos del amor fallido.
“En los lugares más improbables, al norte, al sur, al
este y al oeste, uno encuentra individuos solitarios que saben, gracias a los libros, que existen
lugares en lo que no estarían solos pero que no tienen ninguna oportunidad de
vivir en dichos lugares y solo muy de vez en cuando pueden hablar con alguien
como ellos.”
La conquista de la felicidad, Bertrand Russell
-¿Hay alguien allí?
-…
-¿Sería tan amable de decirme que ve a través de los
vidrios de su ventana?
-…
Y así, en una conversación a milímetros de la absoluta
locura intento descubrir si hay otra persona, parecida a mí, que se haya
detenido a escuchar el último adiós de
las hojas a los pies de un árbol.
Caravanas de
autos a más de cien kilómetros por hora que te obligan a fijar la vista en el frente o el centro del retrovisor. Te
empujan; Te llevan siguiendo un ritmo
impuesto por la rutina. Distraerse puede ser una fatalidad.
Y dejas
pasar el estallido del otoño en la copa de los árboles, el ocaso y tu propio
deseo de detenerte y grabar esa imagen.
“Quizá mañana” murmurás; pero no es el “mañana”
de la niñez que te hacía dormir soñando futuros. Es eso otro mañana del
pendiente frustrado, sabiendo que, probablemente, el sol no ilumine sobre el
mismo ángulo, o llueva o un viento violento arranque las hojas o tus ojos ya no
estén para mirar.
Así. En
todo. Medidos, empujados, llenos de pendientes.
Por
breves instantes no hubo nada más que una melodía acariciando el corazón.
Todos
conservamos el recuerdo de una rosa.
Goran
Brevogic, Buenos Aires, 27 de abril de 2016.
viernes, 15 de abril de 2016
Haec, inquit, ego non multis, sed
tibi…
Solo una araña melancólica
interpelándome a través de una confusa y
laboriosa tela:
-Y si ese jardín de la niñez no
hubiese tenido un pequeño jazmín cada verano...Y si ese tren no hubiese llegado
vacío a la estación…Y si alguien hubiese
contestado el teléfono…Y si no te hubieses obligado a sonreír ante cada
cachetazo del destino, ¿Serías capaz de escucharme?
Balbuceo.
Insiste y redobla su dosis de
veneno.
-¿Buscaste esta soledad?
Yo, que aprendí a interpretar los
signos de la cobardía tallados en las proas que navegan a millones de años luz
y, también, los fabulosos silencios, le contesto:
-¿Qué soledad? Mis acompañantes
jamás se anuncian con campanadas; Entran, invaden, huyen o se acomodan en algún
rincón, para siempre. Soy como el viejo piano llovido y llorado por Chopin
esperando la oportunidad para resucitar una balada. Y vos, una compañía más.
Beatrice luce un par de Louboutines blancos. Tacones
de doce centímetros que apenas replican
en las escaleras de mármol. Dante la acompaña dos escalones más abajo. Huele a orquídeas
negras con notas de euros.
Paraísos fiscales. Cuando las estrellas fijas solo les
importan a los pobres soñadores.
Dinero privado y dinero público: todos los billetes en
los mismos canastos de la lavandería global.
Mientras tanto, en el infierno terrestre, te cobran
impuestos con el hambre de tu madre, el dengue de tu amigo, un misil en el
hospital público. Pagas los impuestos comprando pan y leche o tratando de
rescatar el cadáver de un niño ahogado en la playa.
El efecto mariposa es este polvillo de miseria cada
vez menos selectiva que cae sobre nuestras cabezas mientras los intocables
suben a sus helicópteros en la cima del Burj
Al-Arab.
¿Cuántos “papers” más soportaremos los infernícolas,
mansamente?
El mundo es el infierno, y los hombres se dividen en almas atormentadas y
diablos atormentadores. Schopenhauer
Equivocada.
Creía en pequeños paraísos con esa fe de cautivo sintiendo los pasos del carcelero.
En sus manos un plato de sopa para el alma. Aun fría. Aun preparada con las
propias entrañas. O con entrañas ajenas, qué más da. Un mínimo brillo entre tanta tiniebla.
Hace tiempo descubrí cómo termina Todo. Siempre.
No se sale de los círculos salvo partidos en mil
pedazos o ilusionados con la próxima víctima.
Rehacerse o
diseñar otra cacería: únicas opciones, hasta el infinito.
[…]Es
como en la vida, todo el mundo lo dice: el que habla, el que cuenta su pena, se
libera. Y el tipo mudo, el tipo taciturno, es el que se destruye, el que se
derrumba o comete un crimen tal vez. Pero hablar te libera. Escribir es lo
mismo. Son cosas muy evidentes, pero yo las he experimentado. Conque digo a
todo el mundo: publique su manuscrito, qué más da, en último caso le sentará
bien y todas las obsesiones de que habla tendrán menos importancia para usted[...]
E.M.Cioran
Mi deuda con Cioran será eterna. Lo sé.
Entre mis escritos inconclusos quedaban dos historias
importantes. Los muertos desentonan,
novela abandonada en el 2009, año en el que se
suicidó mi maestro y Arc du ciel: biografía de una inexistencia,
una nouvelle biográfica y completamente inverosímil según el canon. Y sin embargo, tan real.
De la
Segunda Parte de la Biografía dejo el
capítulo final.
CAPITULO IV
Caracolas
“Cuando algo termina,
termina”
1
Juliete no pudo encontrarse cara a cara
con la mujer rubia que la buscaba en la
recepción del hotel. Regresó a Buenos
Aires sabiendo que ella tenía la clave.
Puede
decirse que la almiranta la entretuvo
alejada de su mundo, disfrazando la realidad.
¿Acaso, de haberse visto frente a frente, le hubiese dado pruebas de la existencia de
Alex o bandini?
“desenrutar” al Sr. J.
Juliete aceptó y leyó cada una de las frases
que la almiranta envió a través del chat. Alex vivía en algún lugar… y casualmente, había desaparecido del “mundo”
el último verano.
Las brutales coincidencias eran solo un intercambio entre tres. El Sr. J
vivía al margen de toda esta historia, repartiendo su vida entre la comunidad,
su trabajo y su barco.
Algo así: el Sr. J. escuchaba La Mer, y le
transmitía su emoción a la almiranta. La almiranta la compartía con
Alex/bandini y él, en su rostro de river se la enviaba a la “amada” de
turno. Lo mismo con los rizos o los
vientos sobre el mar.
“Ordenar los datos aleatorios”, exigía la
almiranta.
2
Ella sabía que Juliete no mentía y que no
había un interés económico de por medio.
Y Juliete confirmaba que había
llegado a la puerta de la verdad. No había más juego. El ajedrez que tanto
apasionaba a river y al Sr. J y, por qué no, a alex/bandini, se había
convertido en un tablero fantasma. Un cementerio de antiguos actores
desangelados, siluetas miserables de otros tiempos, incapaces de volar ni con
alas prestadas.
Alguna conversación más.
Desenrutado el Sr. J. muchas situaciones
eran solo atribuibles a la pura magia. Un abracadabra milenario. Un truco; Pero
la almiranta seguía insistiendo en la capacidad de alex/bandini para vivir la vida del Sr. J.
No
quedaba ninguna opción: cerrar el “dialogo” era cerrar una historia dolorosa de
infinitos matices y crueles certezas.
Bellos albatros convertidos en tristes curvos desplumados.
Juliete
Escribió:
“Estuve pensando sobre lo dicho en nuestra
última conversación. Lamentablemente
descubro que nunca signifiqué nada para el creador de r. En ningún sentido. Una más… un rato más… (Y
se me siguen cayendo las lágrimas… pero ya pasará). Te contaba que tengo
cientos de líneas escritas dedicadas a
él. Cuando dejó de escribirme con esa “distancia incierta” seguí enviándole
pequeños mails para que supiera que estaba allí, esperándolo. A fines del 2010
descubrí ese blog. de En memoria… Yo sentí esa muerte. Lloré esa muerte y
padecí la incertidumbre de no saber qué
le había pasado. Di por clausurada la habitación para almacenar cerezas (que era de ambos) y
comencé a escribir diálogos para una despedida. El último texto es del 2012…
Tiene una canción de Vinicius de Moraes ( Sem Voce, yo sí soy melómana) y un
breve texto en el cual, tras descubrir varias mentiras, aún creía que me había querido un poco.
Pensaba en las personas y los personajes… Creía que había una persona llamada
Heribert Costa… y creí que r. (o rvr
como solía llamarlo yo) era uno de los personajes más adorables del mundo. Una
fuente maravillosa de palabras. Quizá te parezca que ofrecí poco. Las palabras
son mi mayor tesoro. Ese era el pacto. Eso cumplí. Me dijiste que el creador de
river no navega el mediterráneo ni pasea pequeñas mascotas; ojalá haya sido solo
una actuación y eso no le importe porque me apenaría… Me dijiste que el creador
de r. no está enfermo… Habiendo sufrido tanta enfermedad y tanto dolor por
estas tierras, eso me alegra.
Quizá
uno muera sin saber lo que ha significado para otros.
Quizá
a los otros no les importe saber lo que sentimos por ellos.
De todos modos, sé que el creador de r.
siempre supo dónde encontrarme y no lo hizo… Ahora tengo bien en claro que no
he significado nada. Encontralo…
Encontralo
y decile, por favor, que mi amor era verdadero aunque solo estuviese sustentado
por palabras; palabras entre las que se encuentra MAÑANA la palabra de Jack… Y
él sabe que mañana significa Cielo.”
Epílogo
En música, los silencios son tan importantes
como los sonidos.
Quizá Bandini, que robaba con tanta maestría
los instantes de la vida del Sr. J,
pueda crear algunos acordes matizando tantos silencios y así convertir
esta historia en una canción.
Ellos tienen la llave. Juliete, la verdad. Y la verdad nunca es una victoria menor.
Mientras la almiranta y el
Sr. J se preparan para las nuevas regatas, Juliete imagina su
próximo septiembre, a orillas del Mediterráneo, deshaciéndose de todas las
palabras.
Llegará ese instante. Lástima que la
almiranta no le haya obsequiado la tobillera de caracolas que lucía en su
pierna derecha ese verano en Menorca y que, quizá, aún conserve como recuerdo;
tobillera que sí le había ofrecido
arc_du_ciel a través de una fotografía con un imponente faro de fondo. Sería todo un símbolo arrojarla al mar. Algo
así como poner una rosa sobre la tumba de river costa, aunque nunca sepamos
quién fue el verdadero muerto.
FIN
P.D: En breve el otoño por aquí. Y las dos
historias terminadas. “Liberada” diría el filósofo.