lunes, 11 de agosto de 2008

Cuestión de palabras







Cada paso es una oportunidad para decirle a los otros: ¿Me acompañas? ¿Te acompaño?


Cuidado con lo que decis


Un grupo de ranas saltaba alegremente en el bosque, cuando dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las otras ranas se juntaron alrededor del hoyo para ver qué se podía hacer para ayudar a sus compañeras. Cuando vieron cuan profundo era el pozo, se conmovieron al considerar que era inevitable que sus compañeras murieran. Les empezaron a gritar que se conformaran, que era su destino.

Lejos de aceptar esto, las dos ranas comenzaron a saltar con toda su fuerza. Los gritos seguían. “No gasten sus energías... dense por vencidas, es inevitable”. Las dos ranas continuaron saltando enérgicamente. Luego de varias horas de desesperado esfuerzo una de ellas decidió hacerles caso y aceptar su destino. Se refugió en un rinconcito del pozo y esperó la muerte mientras sus compañeras la miraban con tristeza.

La otra rana continuó saltando a pesar de que su cuerpo estaba exhausto y lleno de pena. Entonces, volvieron a gritar “ Basta... aceptá tu destino, no luches más”. La rana cansadísima saltó más y más alto hasta que maravilla de maravillas!!!! Finalmente logró salir del pozo.


Sorprendidas, las otras ranas celebraron su milagrosa libertad y rodeando a su compañera le preguntaron: ¿ Por qué continuaste saltando cuando te dijimos que era imposible?

Leyendo sus labios, la rana les explicó que era sorda y que cuando vio los gestos y los gritos pensó que lo estaban animando a continuar con sus saltos. Gracias a eso ella logró el éxito a pesar de todas las probabilidades.


Esta simple historia contiene una lección importante. El libro de proverbios dice, “hay muerte y vida en el poder de la lengua.” Tus palabras destructivas pueden causar heridas profundas; pueden ser armas que destruyen el deseo de cualquiera de seguir intentando o incluso pueden destruir su vida. La palabra destructiva, descuidada, puede disminuir a alguien ante los ojos de los demás, arruinar su influencia y causar daño en la manera en que otros le responden.

Tus palabras de aliento pueden elevar a alguien y ayudarlo. Tené cuidado con lo que decís! Hay mucho poder en las palabras.

Si tenés palabras de amabilidad, alabanza o estímulo, decilas ahora para y por los otros.
Escucha a tu corazón y responde.

Alguien, en alguna parte, está esperando tus palabras…

H.H. Sacinandana Swami

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