lunes, 27 de diciembre de 2010

Diario de un parapoeta al paso







Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento...
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.


Quizá si Perla se hubiese puesto en bolas sobre el sillón…

Hoy es sábado y llueve - no pongo que se está metiendo el agua por la ventana porque suena para el orto-. Tengo cuaderno, lapicera de tinta, un abecedario remixado y dosmil cagadas en el lomo.

Tengo nervios, dolores de muela, zapatos chicos y desidias -más que grandes pero grande es un adjetivo de mierda, buscar otro-

Tengo amores en pretérito perfecto que me dejaron con los bolsillos llenos de tilo, forros y tickets “pagado”; También de esos otros, livianos, atemporales, sin tangas ni facciones.

Tengo un fantasma que se ríe de mi constancia en cada luna llena. No entiende que apoyando los codos en el marco de la ventana es más fácil percibir lo que cuenta el infinito.

Tengo un mate, una botella de Ron y los canutos que conseguí en Plaza Italia.

Tengo un gato pero no me sirve de mucho. No porta la fama de un Chesire ni de un Beppo -el de Byron, no el de Borges- ni de nombre alguno. Sólo Mish. Pobre gato.

"Mishhhhhhh, Mishhhhhhhh, Mishhhhhhhhh".Mishhhh. Negro dramático, negro tuerto después de cien peleas, negro teñido de plomo, después de mil lluvias.

Lo subo a mi hombro. Mudo.

Negro. Tuerto. Mudo.

Pongo música: gran recurso para mentes secas. Cave, Joy Division…Goyeneche.

¡Estas mierdas de palabras que no nacen!

Quizá si Perla se hubiese puesto en bolas sobre el sillón, me hubiese ahorrado toda esta hoja de boludeces.

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