1960. Un carguero en el puerto de La Habana con 76 toneladas de municiones que estalla.
* Un atentado contrarrevolucionario ideado por la CIA , dirá Fidel Castro.
* Una terrible negligencia de la “Revolución” se escucha susurrar a los disidentes.
Como sea. Más de cien muertos. Más de doscientos heridos en un Marzo que recién comenzaba.
Ernesto Guevara. La mirada fija. No sonríe. No existen motivos para hacerlo. Tampoco llora, aunque éstos no le falten.
En su rostro: la muerte ajena y las preguntas que jamás dará a conocer.
Alberto Korda (1928 –2001) era fotógrafo en la Cuba revolucionaria y estaba allí cuando “El CHE” observaba el paso del cortejo fúnebre.
“El guerrillero heroico”. Miles de rostros anónimos acompañando al hombre de la boina con la pequeña estrella de cinco puntas.
¿En qué momento de la historia este rostro comienza a ser banalizado? ¿Por qué Guevara, asesinado en Bolivia por un grupo de cobardes, termina siendo un chiste de dibujos animados o estandarte de políticos corruptos?
Vacío. Se encargaron de vaciar todo lo que contenía la mirada de la foto. Licuaron el dolor, el odio, la posible necesidad de venganza; Incluso (¿Por qué no?) la sombra de la culpa...
Vacío. El tiempo y el uso fueron desdibujando este rostro, atemperando las facciones, aplicando colirio a unos ojos guerreros.
Una figurita más de nuestra querida humanidad... en franco retroceso.
Año 2012. Bisiesto.